sábado, 22 de septiembre de 2012

Dolor lábil*


Dejan de latir los sentimientos en la penumbra,
se va oscureciendo poco a poco el día,
de pronto la angustia me invade y me tumba,
y no consigo recordar la alegría.

Se acerca una figura en la distancia, lentamente,
quizá en vano, quizá esperanzadora,
poco a poco tu sonrisa se hace presente,
me va embriagando una luz cegadora,

De pronto no hay preocupaciones, sale el sol y resplandece,
me coges de la mano, me estabilizas y recompones,
los sentimientos vuelven a latir, el corazón me obedece,
y de tu boca sale uno de tantos sermones:

"Pues no soy yo quien siente tristeza o soledad,
no tengo la llave para que seas feliz siempre,
eres tú quien posee la certeza de aquello que siente, la verdad,
y sólo tú puedes a ella hacerle frente".

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